miércoles, 27 de octubre de 2010

Alejandro Poblete, diseñador de la Cápsula Fénix II

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Octubre 25, 2010
por Luis Fernando Gonzalez

“La Fénix II debería quedarse en Copiapó”

“Por eso, el premio mayor para mi es haber cumplido sacando a los 33, y ver el reencuentro familiar. Eso es impagable”, expresó el ingeniero. Alvaro Rivera E.
Fotos: Nico Carrasco / archivo personal Alejandro Poblete

El Rancagüino lo encontró en su casa. Junto a Claudio García –su mano derecha por más de 15 años-, Alejandro Poblete (60) mostró en exclusiva el diseño de la Cápsula Fénix II. Esa que fue el medio entre los 33 mineros y la superficie, en la Mina San José, y que creó junto a su asistente.
De hablar pausado, Poblete –mientras avanza esta entrevista- se suelta, relatando como se realizó el trabajo, descartando que haya ocurrido “algo” –de carácter divino o milagroso- a la salida de los trabajadores.

LOS INICIOS


Alejandro Poblete, diseñador de la Cápsula Fénix II
“Por eso, el premio mayor para mi es haber cumplido sacando a los 33, y ver el reencuentro familiar. Eso es impagable”, expresó el ingeniero

Poblete estudió ingeniería mecánica en la Universidad de Concepción. Llegó a la región el año 1974, a trabajar a El Teniente. En un comienzo, recorrió por seis meses el interior de la mina. Finalmente, estuvo trabajando en la sección de ingeniería toda su trayectoria en el pique subterráneo más grande del mundo, hasta que se retiró de El Teniente el año 2005. Habla Poblete. “Siempre estuve en ingeniería, trabajando para la mina, haciendo proyectos de diversos tipos. Estuve también en Coya, haciendo planificación de lo que venía a futuro. Era ingeniería de desarrollo. Y finalmente, terminé en Rancagua, en lo que fue Proyectos Mina, que ahora se llama Dirección de Proyectos Preparación Mina, que es la rama encargada de hacer la preparación minera”. Siempre trabajó en áreas productivas, de servicio y de desarrollo.


Alejandro Poblete posa junto al minero boliviano Carlos Mamani –el único minero extranjero de los 33- y su pareja.

El 2005 fue el último año de actividades que realizó Poblete en la minera. A partir del 2006, quiso privilegiar la vida familiar junto a su señora, ya que se encuentran viviendo solos en la capital regional. Padre de tres hijos: Felipe, que es kinesiólogo y vive en Concepción, su hija que es sicóloga y vive en Santiago, y Daniela, quien falleció el año 2004, y de quien hay un gran retrato en el living de la casa.
“La idea era retirarme para estar con mi familia. No tenía el mayor interés de trabajar en ninguna parte. Pero a consecuencia de haber trabajado tanto en ingeniería, es que las empresas de ingeniería que estaban haciendo trabajos para la mina, empezaron a solicitar mis servicios. Entonces, comencé a trabajar como consultor de ingeniería, que consiste en asesorar los nuevos proyectos. Y he trabajado no sólo para El Teniente, si no que para algunas mineras del norte del país: Iquique, Copiapó”.

¿Y cómo llegó a este tema del rescate?
-“Sucedió el día 2 de septiembre. Mi señora trajo un diario de Concepción, y hojeando ese diario, aparecía una foto de una supuesta jaula que se estaba fabricando en Asmar. Era una crónica donde aparecía que el astillero de la Armada, estaba construyendo una jaula. Aparecía un señor en la nota, del cual no voy a dar el nombre, que estaba dirigiendo ese proyecto. Y cuando vi la foto, observé que no iba a funcionar. Le encontré un diseño poco apropiado. Por la forma geométrica que tenía, de torpedo, de campana, habría hecho que la jaula tuviese muchísimas posibilidades de trancadura. Estamos hablando de septiembre. No se sabía si este era al plan A, el B o el C. Si iba entubado o no. Había que ponerse en el peor escenario de todos. Y ese era un pique sin revestimiento, en roca, con roca mala. Ahí, a la jaula le podían caer esas piedras entre medio, teniendo serias posibilidades de quedar trancada o aprisionada al interior del pique. Eso me inquietó demasiado. Hice unos bosquejos, y con los croquis, le solicité a Claudio García que desarrollara en el Autocad los planos de diseño preliminares. Y esos planos, yo se los envíe a Manuel Montecinos, y a Manuel Kuwahara a la Mina San José. Estos dos señores son superintendentes de la mina El Teniente. Ellos trabajaron conmigo en El Teniente, y compartimos por muchos años diversos proyectos. Cuando les envié mi idea


Alejandro Poblete (izq.) y Claudio Guzmán (der.) sostienen el plano con el diseño original de la Fénix II, que llevaron a los astilleros de la Armada, para su construcción.

Alejandro Poblete (izq.) y Claudio Guzmán (der.) sostienen el plano con el diseño original de la Fénix II, que llevaron a los astilleros de la Armada, para su construcción de la jaula, ellos lo tomaron muy bien, y me mandaron a buscar. Entonces, fui a San José, le explique de todas las aprensiones que tenía yo, respecto de la jaula mostrada en el diario. Y que mi idea era otra. Era una jaula con ruedas, con centralizadores, con otro tipo de elementos, y que yo creía que si podía funcionar en cualquier escenario. Ahí, me dieron la responsabilidad, o confiaron mucho en lo que les estaba diciendo. Manuel Montecinos fue clave también en esta etapa, porque con él nos sentamos a estudiar los requerimientos básicos que debía cumplir el diseño de la jaula. Y a los pocos días después, hubo un viaje relámpago a Asmar, a Talcahuano, porque ya había llegado el plan C, el de la Enap. Y que el ingeniero que estaba a cargo de ese plan, dijo que en 15 días él estaba en el pozo. Y nosotros no teníamos todavía hecha la jaula”.
Partió a Talcahuano, a la sede de los astilleros de la Armada, con los planos de los diseños, donde sostuvo una reunión con la gente del Departamento de Ingeniería Naval. “Y ahí Mauricio Muñoz, que estaba liderando ese grupo de Ingeniería, y el comandante Sergio Sandoval, jefe del Departamento de Cascos y Diques de Asmar de Talcahuano, tuvimos un encuentro muy fluido, porque les ayudó mucho lo que yo llevaba. Dejaron de lado la jaula que ellos estaban haciendo, y empezaron a construir una nueva. Aprovechamos algunos materiales de eso, por supuesto y empezamos a construir el día 21 de septiembre la famosa Fénix I. Yo llevé toda la ingeniería básica, que preparé con Claudio. Un plano completo, que llevaba las guías arriba, llevaba los centralizadores, las cinco ruedas arriba y abajo, de malla al centro –porque no podía ser un tubo rígido o hermético- debido que el pique tenía muchas curvas. No era un pique totalmente vertical”.

¿Qué otros problemas se evitaron con su diseño de la cápsula?
-“A ver. Por ejemplo, si uno hace una jaula larga, lo más probable es que habría topado arriba y abajo. De ahí que tenía que ser flexible al medio. Por eso se usó malla. Todos esos secretos. Otro secreto: la jaula, al llegar abajo al refugio, no debería salirse del pique. Siempre debía estar un metro adentro, para que los tres metros restantes, estuviera sobre una cama falsa de mineral. Esa cama la hicieron los mismos mineros de abajo. Les explicamos, les mandamos la información, diciéndoles que dejaran de ese piso falso, 2 metros 40 centímetros. Ni menos ni más. Y se los hicimos medir 30 veces para no equivocarlos. Ni ellos ni nosotros. Y eso tuvo éxito, en el sentido de que la jaula nunca se salio del orificio y pudo regresar fácilmente”.


El equipo humano que acompañó a Poblete en su tarea.

Otro éxito que se anota Poblete en el diseño de la cápsula, es el resultante de las guías. “Fue para poder pasar del pique de 28 pulgadas en roca viva, a un tubo de 23 pulgadas. Pero nadie decía que ese tubo estaría totalmente centrado, o estaba en cualquier parte. Lo que permitía entonces que al ir inclinado, podía encajar fácilmente en la tubería”.

“LA CÁPSULA ES UN SÍMBOLO PARA LOS MINEROS”

Poblete contó a El Rancagüino que “cuando comencé a trabajar en este tema, hice muchas figuras. Y una noche, se me ocurrió hacer una maqueta de esta jaula. Y contaba con un cilindro de cartón, con otros elementos. La cápsula -que en un momento se dijo que había diseñada por la NASA, y eso es mentira- era con punta arriba y punta abajo, y sellada completamente. La de Asmar, lo mismo. Era una bala, prácticamente”.
Una vez concluido el trabajo en Asmar, Poblete viajó a Copiapó. Y el día del rescate, el 5 de octubre, estuvo allá hasta el final. “Esos días no vi tele, ni escuché radio. Estaba como enclaustrado en la mina. Y cuando terminó el rescate, me di cuenta en el medio forrito (sic) en el que estaba metido. Yo no dimensioné nunca la magnitud de mi trabajo. Estaba mentalizado y concentrado en que la cosa debía salir siempre bien. Revisaba la cápsula tres, cuatro, hasta cinco veces entre viaje y viaje. Me ponía en todos los escenarios posibles de falla. Que pasa si esto, si esto otro”.

Usted antepone su trabajo profesional como ingeniero. Pero hubo una entrevista a Andre Sougarret, en el cuerpo de reportajes de El Mercurio, en la que él aseguraba que “algo” habría ocurrido para lograr el rescate. ¿Qué opinión tiene usted al respecto?
-“Yo comparto la misión de que este es un trabajo de ingeniería. Que se hizo pensando con mente matemática. Aquí no hay nada al azar. Está todo pensado con cálculos. Lo que si hubo en terreno, es que cambiaban las cosas de un momento a otro. De repente, el pique de 28 pulgadas, la jaula estaba preparada para bajar en esa medida, pero la empresa que estaba haciendo el escariado, disminuyó el diámetro a 26 pulgadas. Entonces esa singularidad de 28 a 26, hace prender el switch, haciéndome pensar que la jaula no podía ser plana abajo, porque el borde de la jaula podía chocar en el cambio de diámetro. Por eso, se le tuvo que poner unas guías con forma de medialuna, para poder pasar esa dificultad. Entonces, a la vez que iban saliendo nuevos antecedentes, se iba trabajando sobre la marcha. También la tensión de las ruedas era regulable, para mantener la jaula centradamente en el pique. Pero en un momento, la jaula del pique inclinado salió de los 50 metros de tubo, pasó esa parte, y al subir algo se trancaba. Yo pensé que eran las guías que estaban metiéndose entre medio del tubo. Pero cuando llegó la jaula arriba, después de esos intentos, me di cuenta de que la puerta había quedado media abierta, y se deformó. Y eso hizo que la jaula tuviese algunos problemas al subir. Luego lo arreglamos. No fue algo divino. Esta es pura matemática y física. Ingeniería se llama”.

¿Cuál es su opinión respecto al futuro de este invento? ¿Lo va a patentar? ¿O está de acuerdo que se quede en Santiago, en Copiapó?
-“Yo sostengo que la jaula que bajó a rescatarlos, pienso que debieran decidir los mineros donde queda. Pero en mi opinión, debería quedar en Copiapó. Esa que tenía heridas de guerra, y que estaba raspada, se gastó en varias partes. Esa jaula, para mi, tiene mucha importancia. Es un símbolo para los mineros. Encuentro que si ellos la ven siempre, se van a acordar de que la hicieron, porque se habían quedado prisioneros bajo tierra”.

Hay diversos tipos de minería que se realizan en Chile. Y hay muchos empresarios que no están dispuestos a invertir en seguridad para sus trabajadores, haciéndolos trabajar en muy malas condiciones. ¿Cuál sería su opinión sobre este problema?
-“Mi opinión es lógica. Hay que primero defender la vida de la gente. Y para eso, hay que tener una mina segura. Una mina insegura es ir derecho a un accidente. Y las minas que están entre mil y 12 mil toneladas al día, que es la mediana minería, cuando ya sobrepasan las ocho mil toneladas día, recién comienzan a invertir en seguridad. No se hace seguimiento, hay mucha rotación de gente. Y eso no es lo ideal”.

EL APOYO DE LA FAMILIA

“Hablábamos todos los días con mi señora. Ella estaba sola acá en Rancagua, mi estaba hija sola en Santiago. Y Felipe era el único que estaba con su señora y mi primer nieto, Martín, de cuatro meses. No estaba la familia junta, pero vibraron a concho con lo que yo estaba haciendo. Yo, ese día, cuando empezamos a armar la jaula para el rescate, nunca me imaginé que estábamos al aire por la televisión. Nunca supe. Después que sacaron a los 33 mineros, me contaron. Y yo, cuando salía a fumarme un cigarro, me llamaban por teléfono. “Ahí estas tú, papá”, me decía mi hijo. Miraba para todos lados, y no sabía donde estaban las cámaras”, dijo el ingeniero.

Y respecto a eso, ¿usted cree que se hizo un circo de esto?
-“No sé. Eso lo ve el publico”…

Pero se mediatizó mucho el tema del rescate, sin medir las consecuencias…
-“Es probable. Pero yo no tuve tiempo para preocuparme de ese tema externo que no me correspondía. Yo siempre me mentalicé mucho en lo que estaba haciendo. De hecho, llegaba la jaula con un rescatado, y era el único que me preocupaba de ver que las guías llegaran derechas, que las bisagras de las puertas estuviesen bien, igual que las ruedas inferiores. Porque había que bajar de nuevo, y rescatar a otro viejo. Entonces mientras todos se abrazaban, yo estaba preocupado de eso. Yo creo que alguien tenía que hacerlo. Bueno, no solamente yo. Nunca he querido echarme los laureles solo. Siempre fue un equipo. Si no era yo, era otro “viejo” el que se aseguraba de que la jaula bajara bien, y llegara bien”.

EL FUTURO

Asmar quiere patentar el diseño de la jaula. ¿Qué opina al respecto?
-“Sí. Vi las noticias el martes, y ahí dijeron que Asmar está patentando el diseño, la jaula y el nombre. Se están adueñando. Entonces, yo hablé con la gente del Armada, pero a nivel de ingeniería. No a nivel de comandancia. Las decisiones son tomadas a niveles superiores. Porque este señor de ingeniería que habló conmigo, me dijo que no sabía por qué la estaban patentando, si al ponerle seis ruedas, es otra y ya puedo fabricarla. La patente no tiene ningún sentido. Y me explico: yo puedo patentar un remedio, que si no le hacen la combinación química de los elementos, el remedio no funciona. Eso es así, y por eso se patenta. La capsula es así, pero puede ser de mil formas más. Pero los secretos que le conté al principio, de la plataforma inferior, de los centralizadores retractiles, no fijos, las guías de arriba, son los secretos del éxito. Fueron pensados, e hicieron la diferencia”.
Agregó Poblete. “Yo no puedo patentar nada. Y esta es la última vez que hablo con la prensa. Me alegra que sea un medio de comunicación de mi ciudad, porque cuando uno no habla las cosas, nadie lo defiende. Muchas veces se dijo que la cápsula era de la Nasa. Salió la Armada, que quería patentar el producto, y Codelco no dijo nada. Y los planos dicen Asmar Codelco, los que yo tengo. El plano que está en la Armada, está firmado por mí, y ese es el que quieren patentar”.

¿Qué haría usted con las cápsulas?
-“La Fénix I puede pasear por todo Chile y por el mundo, para que la exhiban donde quieran. La Fénix II, que se utilizó, se debe quedar en Copiapó. Y la III, se puede quedar en Santiago, en un museo, para que la vean los turistas que lleguen al país”.

Una vez que vio a los 33 afuera de la mina, ¿se relajó?
-“Durante el rescate, aparte de que estaba preocupado de la jaula, veía mientras subía el cable, esperando la jaula, me impactó mucho la desesperación de los niños por ver a sus padres. Me impactó una niñita, que tiritaba de pies a cabeza, y que me miraba, preguntándome así como ¿a qué horas llega? Y después de que llegó, van los rescatistas a sacarle el arnés y ver como viene, el médico a tomarle el pulso, y el viejo estaba como dos minutos dentro de la jaula. Y la niñita todavía tiritaba. Entonces, cuando se vuelven a encontrar, estallan en llanto. Y de atrás, yo. No pude aguantarme más. Por eso, el premio mayor para mi es haber cumplido sacando a los 33, y ver el reencuentro familiar. Eso es impagable”.

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